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ENTREVISTA LORENZO ANDREO RUBIO / 6 - 6 - 05

ENTREVISTA LORENZO ANDREO RUBIO  /  6 - 6 - 05

(Foto: Archivo) 

Lorenzo Andreo Rubio (Alhama de Murcia, 1926), farmacéutico retirado y escritor, colaborador en diversos periódicos y revistas. En su haber varias publicaciones: Los brazos del pulpo, El emigrante a ultramar, Carretera de Aragón (Mención especial en el Premio Gabriel Miró), El valle de los caracas (Premio Águilas 1968) entre otras novelas. En la actualidad no ha dejado de escribir, acaba de publicar Recopilación Recopilada que reúne fragmentos de todas sus obras.

Nos citamos en la biblioteca municipal de Alhama de Murcia. Me recibe vestido con una camisa azul a rayas y unos pantalones grises. Se muestra sonriente y expectante. Lorenzo irradia vitalidad, nos dirigimos a la hemeroteca donde Loren, como afectuosamente le llaman, tiene su espacio reservado para escribir.
Se sienta cerca, como para que no me pierda detalle. Alguna ironía se le adivina en la comisura de los labios. Sus ojos me escrutan durante toda la entrevista, como buscando segundas intenciones en cada una de mis preguntas. Comenzamos la entrevista, habla sin temores ni reservas, desprende simpatía y bromea con su característico gracejo.
La vida de este hombre no ha sido fácil, porque él no ha querido que así sea. Es el segundo de siete hermanos, estudió Farmacia en la Facultad de Madrid y por aquel entonces ya tenía dentro el gusanillo de la escritura, según él “soy farmacéutico de profesión y escritor de vocación, pero si la vocación puede más que la profesión la acepta”.
Durante su etapa universitaria creo la primera tuna tras la guerra, en sus ratos libres escribía alegorías a sus profesores, aún recuerda una que le dedicó a su profesor de bioética orgánica, D. Cándido Torres y que decía así: “Ay Torres del alma mía, ¿dónde está tu candidez?, que me diste un cate un día y tras él vinieron diez”. En poco tiempo se hizo amo de la facultad. No aceptaba vivir una vida normal y tras acabar la carrera se marchó a América, dice que “allí las pasé canutas, descargué camiones, vendí sellos de caucho, lencería, hice de todo menos ser farmacéutico”. De alguna manera, tuvo la voluntad de hacer su vida en otro sitio, ya que, vivía sin problemas económicos.
Su prima, Mª Dolores; cambió la vida de holganza por el arte de la pintura, y no le ha ido mal, y él por la escritura, afirma que “yo vegetal primero, vivir después, vocación sin voluntad, cero, vida normal sin voluntad, nada, hace falta voluntad para hacer en esta vida algo provechoso.
Al cabo de varios años y tras adquirir mucha experiencia personal, se estableció en Murcia y finalmente compró una farmacia, gracias sobre todo al esfuerzo que puso su mujer, Tere, con la que tuvo cuatro hijos.
Actualmente reside en la Residencia de la Tercera Edad Virgen del Rosario de Alhama de Murcia, que fue anteriormente casa colonial de la finca La Cubana, propiedad de su abuelo y donde nació.
En el oficio de escritor, dice haber tres factores que fundamentales, la imaginación, la vocación y la experiencia personal, sostiene que “la imaginación tiene mucho que ver con las ensoñaciones y la literatura, la falta de ella hoy día se debe a que somos muy materialistas, tenemos los pies en el suelo, yo desde que nací estoy en las nubes”.
La literatura que funciona es la que vende, por tanto, la que contiene muchas escenas subidas de tono. Para él lo difícil es hacer que el lector imagine, indica que “los escritores que describen explícitamente las escenas de cama, toman a los lectores como tontos, la cama es para dos, no para dos mil”
En cuanto a su vida como escritor, ha sido larga e intensa, en el año 67 presentó una novela con el título “Más allá del océano” al Premio Planeta, quedó entre los siete finalistas. Pero cual fue su sorpresa cuando recibió una carta de Lara, fundador de la editorial, que le decía que la primera parte de la novela era de las mejores, pero que la segunda parecía que la había escrito deprisa, afirma que “ Lara tenía razón, pero me dijo que reescribiera la segunda parte, le cambiara el título a mi novela, y me volviera a presentar, pero arrumbé la novela en el cajón del olvido”. Unos años después, con ese mismo relato un poco cambiado, y con el título, “El valle de los caracas”, consiguió el premio Águilas de novela, aquel premio tuvo mucha difusión y Lorenzo asevera que “esa vida no iba conmigo, años después me encerré en mí mismo y así llevo unos treinta años”. Tras ganar aquel premio, le ofrecieron la presidencia del consejo de administración de la Hermandad Farmacéutica y la vicepresidencia del Real Murcia CF., entre otros cargos, él dice que “no acepté porque tenía que pasar la escoba y echar a mucha gente a la calle, además requería mucha dedicación y no acepté”.
Hace unos días se ha editado “Recopilación recopilada”, se trata de una antología de todos sus relatos y escritos, o como él lo define “una ristra que entretiene, menea neuronas del encéfalo y tira a dar” además recalcó “si mi último libro lo escribe una persona conocida, le puede sacar más provecho que yo”
Todos los días va a la biblioteca municipal con su carpeta de folios bajo el brazo, un canto al trabajo bien hecho, a ese trabajo cargado de sarcasmos y que estalla en sonrisas, que hace olvidar abrumadoras miserias y siembra en los dolores la flor de las carcajadas. Lorenzo tan solo quiere que figure en su epitafio la frase: “Por favor, hagan poco ruido para que no me despierte”.